jueves, 24 de noviembre de 2011

El sentido de lo que hacemos

Como parte de mi actualización, asisto a cursos dictados en centros de capacitación para médicos.
Médicos de humanos como los llamamos los veterinarios.
Muchos de los que estudiamos veterinaria, emprendimos esta carrera con la intención de servir a los pequeñitos locos para los que trabajamos y que amamos desde un principio. Al menos ese fué mi caso.
Luego vino el contacto con la ciencia que necesitabamos para poder ayudarlos. Después, mucho después, en el otro extremo de la correa...estaba el dueño del perro o del gato, en este caso sin correa o el canario, en fin, cada uno con sus diferentes transportes. Para muchos veterinarios, una sorpresa.
Pero...¿cómo? Yo estudié veterinaria porque me gustaban los animales...
En el momento en que tuve conciencia de que en última instancia mi trabajo era destinado a un conjunto afectivo perro-dueño, encontré que era realmente importante.
Sin los humanos que aman, sufren, cuidan y se sienten comprendidos por sus animalitos, no tiene sentido nuestro trabajo.
Los animales en estado salvaje, no se hacen mayor problema cuando están enfermos, y si tienen que morir, lo hacen como si entendieran que la muerte es parte de la vida. Tienen un sentido comunitario de la vida.
Como les contaba, asisto a cursos dictados por médicos para médicos.
En esos cursos, la frase "mala praxis" aparece muchas veces como parte de los recaudos que hay que tomar para evitar el tan temido juicio.
En veterinaria aún no existe ese problema.
La medicina se ha vuelto de esta forma, fría y calculadora, tanto, que algunos médicos afirman que cada paciente puede ser, potencialmente, un enemigo. Algunos estudios que se indican son, simplemente para cubrirse por si el juicio por mala praxis se presenta.
Trabajar todo el día para potenciales enemigos...
Me pregunto, cual es la libertad y la creatividad de una persona en su trabajo, cuando trabaja para un potencial enemigo.
Supongo que debe tener que ver con el veterinario que trabaja con animales salvajes.
Aunque el que trabaja para animales salvaje los admira, pero se cuida porque entiende que este animal puede estar asustado y trata tan sólo de defenderse.
¿Entenderán los médicos que estos seres humanos para los que trabajan están asustados?
¿Admirarán al ser humano como especie? ¿O sólo usarán la ciencia como parte de un juego o para el crecimiento de un ego inflado o como diversión, como un juego intelectual?
La ciencia por sí misma no tiene ningún valor, es un instrumento.
¿Entenderán los pacientes que los médicos también están asustados y no pueden trabajar en forma creativa si se sienten presionados? ¿Entenderán las razones de un tratamiento sin tener que recurrir a internet para informarse a medias para juzgar que el profesional se equivocó y encarar el posible juicio?.
¿Volveremos a confiar unos en otros?
Lo cierto es que la guerra se ha declarado. Otra guerra más.
Una guerra tonta que no nos beneficia y en la que sólo se benefician los intermediarios, o sea las obras sociales y prepagas. Que ofrecen una pérfida y falsa seguridad a unos y otros.
En realidad aprovechan el miedo de la gente para exprimirla.
La realidad es que, cuando vemos en el otro a un enemigo, es probable que esa visión se cristalice, por lo tanto habremos cumplido la profecía.
Cuando vivimos con miedo atraemos al mal.
Somos los creadores de nuestra realidad.
Y si no lo creen, lean un poquito de física cuántica.
Les recomiendo uno fácil de leer: "La Ventana del Visionario" del físico Amit Goswami.

martes, 8 de noviembre de 2011